Foto: David Larrosa, 10 años

martes, 30 de octubre de 2012

IDENTIDAD



Yo desde luego comprendo -porque lo sé por dentro y porque me lo dice la psicóloga- que tengo un problema de identidad. He llegado a tal grado de obsesión que me identifico con mi casa. La terraza es mi infancia, el comedor mis padres, el dormitorio el parto de los chicos, la cocina mi abuela. Es como si mi memoria hubiese cuajado de pronto y mi biografía entera fuera un cubo de cemento portland. Y claro, eso no es razonable. Pero por mucho que me lo afeen, no daré el brazo a torcer: en cuanto asome la patrulla del desahucio, yo los frío con el lanzallamas. 


martes, 23 de octubre de 2012

TRÁNSITO




       Wang Yu pedalea todos los días de su casa al mercado y del mercado a casa. Con la bicicleta tira de un carro de madera que a la ida está lleno de verduras. Antes las ha recolectado cuidadosamente, con la lentitud de sus manos apergaminadas; las mismas manos que todos los días preparan té y un cuenco de arroz a la esposa enferma. Los deja a su alcance, en la mesilla de noche, y abandona la casa al silencio. Luego pedalea, pedalea hasta el mercado.
Cuando vuelve, ya de noche, Wang Yu está cansado. Sus movimientos son lentos. Desea cobijarse en la paz que acuna la casa, descansar de su propia vejez. Pero hoy el silencio es extrañamente denso. Lo ha sabido nada más llegar. Hoy, el té y el cuenco de arroz esperan intactos sobre la mesilla. Wang Yu comprende que el verdadero otoño ha llegado a su vida.
            De madrugada no acude al huerto para trabajar en los cultivos, como siempre. Hoy entrega el cuerpo de su esposa a la tierra. Reza. Después, como si hubiera hecho las paces con el mundo, echa a andar por los campos vecinos. Se interna en el prado y camina, camina solo, con la vista fija en los pies, para eludir ese resplandor áureo que despunta en el horizonte. 





sábado, 20 de octubre de 2012

LA DANZA DE LAS HORAS, de Gemma Pellicer


Son varios los libros que los amigos de este blog han dado a luz en 2012. La casualidad nos ha hecho presenciar un despunte editorial simultáneo y próximo. Hemos compartido la enhorabuena y la difusión en la medida de lo posible, y en todos los casos hubo confirmación de expectativas. La sorpresa ha sido, para mí, La danza de las horas de Gemma Pellicer, porque el formato libro difiere sustancialmente de lo que yo percibía de su escritura.
Me explico.

La edición
              ¿Qué sentido tiene editar en papel lo que ya se ha hecho público electrónicamente? ¿Para qué comprar textos que ya conocemos y que están a un tiro de clic? Esta pregunta habitual tiene una respuesta clara en el libro de Gemma.
            Empecé a entrar en Sueños en la memoria hace un par de años, pero el blog llevaba en funcionamiento desde 2006. No me remonté a los inicios, y tampoco lo seguí exhaustivamente. Además de microrrelatos había aforismos, retratos, definiciones, fotografías, etc., y yo iba a lo que iba; purista. Sin embargo, disfrutaba del lenguaje reflexivo y depurado, del enfoque insólito y de la singularidad de la bitácora.

            Ahora, La danza de las horas (Eclipsados, Zaragoza 2012) ofrece un centenar de textos organizados en tres partes que guardan proporción: Perplejidades, Infortunios y Máscaras. Tres bloques unidos por el sentido temático que el subtítulo sugiere, pero también por criterios formales que les dan una coherencia más sutil, basada, en mi modesta opinión, en el trayecto que recorre la autora en materia de exploración literaria. Un progreso y una búsqueda que el día a día del blog no hacía perceptible.
      


Partes
         Perplejidades. Los primeros textos se apoyan en definiciones, utilizan caligrama, presentan diálogos abstractos (con la naturaleza, el gigante, el futuro) y se centran en temas principalmente reflexivos. Predominan los personajes anónimos, sin profesión ni relaciones con otros personajes, que habitan en un tiempo imperfectivo. El conflicto, casi invariablemente, se oculta en su mente. A veces el lector puede sentirse a una gran distancia de esta voz narrativa, en mi opinión demasiado centrípeta.
            Infortunios. Los relatos de la segunda parte exploran la metaliteratura, el proceso creativo y el lenguaje. Aquí se evidencia la formación de la autora y se revela la capacidad de transformación de su lenguaje, que deja paso a una ironía intelectual, contenida. Cortázar, Fray Luis de León, la mitología griega, Aub o Chuang Tzu figuran entre sus alusiones, aunque también surgen estupendos relatos directamente vinculados al mundo de la emoción, como “La niña requetegorda” o “Blanca y tibia”.
         Máscaras: El último apartado abre paso a una mayor acción narrativa. El humor flexibiliza el lenguaje haciéndolo más coloquial, más vivo, y los temas van abandonando la reflexión para apostar por el juego. Personalmente, es la parte que más me gusta. Algunos toques surrealistas, en “El ojo de cristal” o “Vestidos para la ocasión”, se abren a un territorio que invita a pedir más.
           Hay, por supuesto, unidad de voz en las tres partes.
           
Interpretaciones    
            Probablemente la experiencia como antóloga de Gemma Pellicer tenga que ver con la disposición de estos textos y con el espíritu que guía el libro. A la pregunta que me hacía arriba, para qué publicar, respondería ahora que para dejar constancia de un camino empezado, de una trayectoria consciente y de un trabajo con sentido.
            Pienso que la coherencia de La danza de las horas responde a una elección muy meditada. Que la escritura es, para Gemma, un reto intelectual. La suya no es una experimentación intuitiva, desbordante o aleatoria; es el producto de un rastreo sistemático. Hay mucha lectura detrás de sus piezas. Las frases vuelven constantemente sobre sí mismas para matizarse, el vocabulario es deliberadamente culto, depurado, de sonoridad poética, y los temas responden a etapas de un proyecto. El que quizá aborda más veces, el escritor en proceso creativo, revela un constante autoanálisis y, me atrevería a decir, hasta la predilección por algo que rechaza uno de sus personajes: “la estupenda edificación de su ingenio”. 



 Danzar durante horas
         El otro gran tema conductor del libro es, por supuesto, el tiempo. Apresar el tiempo, organizarlo, sacarle partido. Ser un personaje pleno, un buen narrador, un autor completo. Quizá, vivir de una forma consciente, ser el vigía de cada elección... A través de su necesidad de plenitud, conocemos mejor a la autora; una autora con recursos y ambiciones.
              Para terminar os dejo con uno de los microrrelatos de La danza de las horas que me parece representativo de lo dicho arriba:


Identidades en fuga

Cada vez que el escritor se dispone a escribir, pacta con el narrador que le representa que interprete sus anhelos, con el fin de dar forma narrativa a cuanto hasta entonces sólo había sido un amasijo de ideas y sentires.
De igual modo, cada vez que el narrador se decide a poner por escrito las ideas dictadas por el otro, no es extraño que sienta su identidad amenazada ante lo que considera un abuso de autoridad, circunstancia que lo fuerza a traicionar a su homólogo, según aprecia y reconoce el mismo autor.
Desde entonces, y en justa correspondencia, los autores han adoptado la sabia costumbre de negar la veracidad de cuanto relatan sus narradores, sin que logren, la mayoría de las veces, conciliar sus respectivos pareceres. Así las cosas, mientras el autor tiene que conformarse con la ficción del reconocimiento público, el narrador logra realizarse tan sólo sobre el papel.





Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es licenciada en Filología Hispánica y Periodismo. Ha cultivado la crítica literaria en diarios y revistas como Avui y Quimera. En colaboración con Fernando Valls ha publicado la antología Siglo XXI (Menoscuarto, 2010). Sus micros figuran también en la antología Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012). Trabaja como editora y correctora.


martes, 16 de octubre de 2012

¿POR QUÉ SÓLO APRECIAMOS LAS PROMESAS ROTAS?



La señora María ha elegido el día de hoy para cortarse las uñas. Las veinte. Sentada en la tapa del inodoro (no está para equilibrios de taburete) sumerge los pies en el bidet. Se hace los pies (lima las callosidades) y luego envuelve pieles y uñas en un trozo de papel higiénico, que tira al váter.
Un laberinto de desagües después, el apetitoso manjar llega al cocodrilo de cloaca. Escamas de humano es mejor que nada. Educado en la austeridad, pero heredero de instintos ancestrales, el monstruo albino paladea el bocado y lo dormita en una lenta digestión. Soñar le alarga el disfrute de la delicatessen del día.
Es verdad que la mala suerte ha relegado a Antonio al peor puesto del alcantarillado, y que suele despotricar por ello, pero hoy reza con ferviente gratitud al toparse con el cocodrilo que ronca. Pensar que lo había tomado por una leyenda urbana. Pensar que está a un palmo de sus horribles fauces. Pensar que se acuerda de su madre cuando ve callosidades en las zarpas. Pensar que ella solía decirle: te protegeré siempre




martes, 9 de octubre de 2012

ARMONÍA UNIVERSAL




     Rodrigo abrió un restaurante ruidoso al pie de la carretera. Acudían a él transportistas de largo recorrido, corredores agrícolas, apremiados comerciantes y conductores de tractor. Regaban con cerveza de barril rápidas raciones de riñones, repollo relleno, tripas de cordero o jarretes con rúcula. Radiante de éxito, Rodrigo proclamaba su ruda y próspera empresa con la mayor risotada tabernaria. 
     Su mujer, a un lado, murmuraba el mal de la melancolía: verme morir entre memorias tristes, recriminaba mustia. Mal vamos, advirtió el poeta.
      A los pocos meses el bar de la carretera desapareció.
     El silencio se desliza por las sombras del local vacío. Suenan los ecos de voces que no están. Un susurro insiste en desvelar los secretos: los suspiros de Silvina, que suplantó signaturas, sugieren falsos informes fisiológicos que su esposo creyó fiables. Pero no hubo neumólogo ni fibrosis; sólo sibilina falsedad.
     Por suerte el poeta es el único que lo sabe. Ajenos a la música de las esferas, los demás viven felizmente sordos.



martes, 2 de octubre de 2012

TÉCNICAS DE INSEMINACIÓN ARTIFICIAL PARA ESCRITORES


     

     La soflama es una flor silvestre, de aspecto seco, que habita las regiones más recónditas de la Meseta Central. Suele crecer al abrigo de los garrulos. Tiene un tallo fino, secamente aterciopelado por un plumón jocoso, cuyas propiedades alucinógenas son muy preciadas por los escritores noveles. Su extracción, sin embargo, es difícil. Se requiere la manipulación de dos mariquitas macho, que roen la superficie pilífera sin ingerir el producto. Tal acción micropodadora debe recogerse en un pañuelo de seda abisal, pues cualquier otro tipo de tejido integra inmediatamente las fibras en su trama y hace que el polvo mágico desaparezca. Basta con obtener dos gramos de este polvillo para poder estornudarlo sobre un editor incauto que, infaliblemente, centrará toda su atención sobre el ejecutante y le propondrá una edición de lujo de su obra.