Foto: David Larrosa, 10 años

martes, 28 de febrero de 2012

RISTEL



            Ristel estaba convencida de que, si se disfrazaba de tigre y no se quitaba el disfraz nunca, todos acabarían tratándola como a un tigre. Es más: pensaba que por ese procedimiento se convertiría en un verdadero tigre. Así que consiguió un buen disfraz y salió a cazar.
Su piel hermosa, la ferocidad de sus rugidos y la rapidez con que dio alcance a la gacela no dejaban lugar a dudas: aquel animal era un tigre. La selva lo aceptó como a tal. Sin embargo, en el instante en que iba a ser devorada, la gacela miró a Ristel a los ojos y dijo: tú eres una serpiente.
Ristel silbó de ira y de impotencia, se irguió en el aire y se desprendió del disfraz. Antes de morir fatalmente envenenada, la gacela comprendió que hubiera preferido las ficticias garras.


martes, 21 de febrero de 2012

MINIS



EPIFANÍA

            Después de emboscarme en la teorización del crítico, supe que todos mis finales eran abiertos. Ahí estaba el error, pensé agradecido. Agarré las tijeras podadoras del garaje y me acerqué a mi padre, dispuesto a convertir mi vida en un best seller.

  
  BABEL

“¡Corred!”, gritó el dinamitero a todos los subcontratados sin papeles.





viernes, 17 de febrero de 2012

Los viernes conversamos


   Hoy empiezan las fiestas de carnaval, y se me ha ocurrido que podría celebrarlo como en los colegios: hacer la rúa y tomar un día de asueto para descansar.

   Para este peculiar carnaval bloguero pienso en la esencia de la fiesta y del acto de disfrazarse. Según dicen, se nos permite ser lo que queramos durante unas horas... y como todos somos antes que nada lectores, hoy pregunto: ¿qué escritor o escritora os gustaría ser? ¿a quién habéis soñado con encarnar?

   Reconozco que mi primera envidia fueron los hermanos Grimm: yo quería narrar como ellos... pero enseguida surgieron otros, la lista fue haciéndose larga, y ahora mismo me costaría dar con la identificación (o con el afán de suplantación) que mejor colme mi imaginario entre tantas opciones. Entre tantas envidias, creo que tendré que decantarme por una de las más intensas , apasionadas y juveniles: Truman Capote. 
   
   Otras voces, otros ámbitos fue el impacto mayor, la mayor de las admiraciones, la voracidad más grande del ansia de escribir. La novela revelaba un talento descomunal en un chico de 23 años, más o menos la edad que tenía yo cuando el libro cayó en mis manos... Durante mucho tiempo quise ser Truman Capote con todas mis fuerzas. Aunque no pretendía imitarlo, sólo disfrutar de la más genuina admiración por el talento ajeno. Por orden de lectura, devoré El arpa de hierba, Otras voces, otros ámbitos, Un árbol de noche y otros cuentos, Desayuno en Tiffany's, emprendí la relectura interminable de Música para camaleonesA sangre fría (que no encendió el mismo tipo de fervor), un libro de entrevistas asombroso y por último Plegarias atendidas y Crucero de verano, además de un cuento que bajé de la red, "A Christmas Memory".

   Sé que es difícil elegir, pero ¿os apetece? ¿Alguien os ha causado este tipo de admiración?


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   "Los viernes conversamos" llega a su tertulia número 12, y como decía al principio propongo un descansito. Os agradezco muchísimo vuestra compañía y espero que nos reencontremos enseguida con nuevas inquietudes (podéis sugerirme lo que os apetezca), pero este fin de semana y los próximos días voy a estar medio ausente. Muchas gracias y hasta pronto, pronto.

martes, 14 de febrero de 2012

TEST DEL DÍA DE LOS ENAMORADOS


   Para besar a fondo no importa que el otro sea hombre o mujer. Basta con unos buenos labios, carnosos, lengua acaracolada y juguetona y ojos entornados con sinceridad, que se abandonen realmente al instante. La mente apagada, las ondas cerebrales en regresión, el pasado en suspenso y el futuro en nebulosa.
   Con las papilas gustativas se tantea el terreno: sube la temperatura unos grados. La lengua avanza cual comando pionero, entre dientes, sin temor. El tacto labial calibra la urgencia del beso y la succión sirve para indicar el énfasis, así como el deseo de deglutir al otro entero.
   Si las respiraciones se acompasan, el resultado es excelente. Si falta el resuello puede interpretarse como indicio de torpeza o exceso de intensidad. En caso de duda entre ambos supuestos, desempata la mirada ebria; no valen apatías.
   Se aconseja respuesta a rajatabla ante detección de fraude: dar una patada al rostro y dejar que rebote dos o tres veces antes de colarse por el desagüe del olvido. No hay 14 de febrero que justifique la mentira.
   Suerte.

Este test de pretensiones cortazarianas fue escrito gracias a la interpretación que hizo de Una habitación con vistas el grupo de lectura de L’Ateneu de Sant Cugat, al que dedico el texto. Se decidió por unanimidad que los besos de la novela eran falsos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Los viernes conversamos


   ¿Os apetece hablar de los talleres literarios?

   Cuando elegí qué iba a estudiar, opté por Filología Hispánica porque quería ser escritora y, en el peor de los casos (si no me abría camino), dedicarme a cualquier profesión relacionada con la literatura. Por entonces la otra posibilidad en ese sentido era Periodismo, aunque no ofrecía una base de lecturas tan sólida sino un mayor sentido práctico. En la actualidad no dudo de que volvería a optar por lo mismo, pero la amplia oferta de talleres literarios me parece una alternativa diferente y muy digna de atención.

   La mayoría habéis hecho algunos talleres, por lo que creo que vuestras opiniones serán interesantes. ¿Qué valoráis más de un taller? ¿Su carácter complementario (se puede tomar al margen o además de la profesión que uno ejerza)? ¿Su flexibilidad (horarios, brevedad)? ¿La compañía de un grupo con similares intereses? ¿El estímulo lector y creativo que supone? ¿La orientación hacia una carrera literaria, si se trata de cursos avanzados? ¿El contacto con profesores apasionados por la literatura?

   ¿Recomendaríais un taller, o por el contrario pensáis que el escritor se hace a sí mismo y que debe fiarse más de su intuición y de su capacidad de aprehender de otros autores? ¿No será la práctica, la experiencia y el trabajo la única vía posible? 

   Hay grandes escritores y profesores al frente de talleres literarios. También hay quien pilota un grupo sin estudios ni publicación alguna a sus espaldas, con apenas un curso raso de narrativa en su haber... Pero supongo que la experiencia y el buen hacer pueden suplir un gran currículo. ¿Cómo elegís? ¿Por persona o por centro?

   En fin, yo sólo propongo, asomo, y espero con ilusión que alguien tenga ganas de conversar, los viernes.   

 

martes, 7 de febrero de 2012

CONCOMITANCIAS




   Mi amigo reencuentra notas por todas partes: junto al teléfono, colgadas de la nevera, en fondos de cajones, en el plafón de corcho y hasta en algún álbum fotográfico antiguo, entre viejas flores aplastadas y orlas que ya no son en color. 
   Le digo que me parece agobiante. Él sonríe.
   -No es fuente de angustia sino de incesante felicidad.
   Para Javier, esas notas son indicio de que aún puede sorprenderse a sí mismo. Cuando menos se lo espera, recupera una historia que atrapó y coleccionó hace años -mariposa de entomólogo-, y reencontrarla lo llena de júbilo como la aprobación de un proyecto desahuciado: el proyecto de ser escritor.
   Sólo le falta pasar al relato. A su entender, la vida está llena de escenas, caprichos, datos o concomitancias, como le gusta decir cuando divaga conmigo. Por lo tanto, lee todo el tiempo: lee signos, señales, indicios, sugerencias...  y los interpreta suspicazmente, seguro de que puede devolverlos descifrados en forma literaria. Paladea la quimera de esa posibilidad.
   -Lo que te falla es ponerte a escribir -le digo, investida de autoridad-. Está bien, tienes un montón de ideas, pero ¿cuándo te sientas a plasmarlas? Deberías trabajar la intuición.
   -¿La intuición? -pregunta él muy sorprendido.
   -Sí, la intuición activa. Sólo ejecutas una parte de tu potencial. El canal receptor. Eres capaz de olisquear una historia en unas gafas abandonadas o en el carmín emborronado de una anciana... pero te pierdes en el camino de la idea a la trama.
   Finge que no se molesta. No duda de mi cariño, ni de mi lucidez de profesora de secundaria, pero el camino que va del consejo a la agresión es agreste y traicionero.
   -Seguro que no hablas así a tus alumnos -murmura.

(Luces, cámara, acción:)

   El sol que atraviesa el cristal de la ventana proyecta su calor sobre mi mano derecha, que juguetea con un vaso de tónica en cuyo interior una torre de Pisa de hielos tintinea. Apuro el agua helada que queda en el fondo del vaso y el hielo contra el cristal me suena a aplauso.
   Me pregunto cuántas de sus notas han surgido de nuestras conversaciones. Se rasca la barba rala con un ruido seco de matojo, tose y mira a través de la ventana. En la plaza no hay niños a esta hora. No hay estudiantes como antes, cuando veníamos al bar aprovechando un retal de tiempo –una clase robada- para tomar un café y charlar sin sustancia en este local que no ha cambiado tanto como su dueño.
   -¿Te acuerdas de Ángela? -pregunta, como si hubiera escuchado mis pensamientos.
   El jersey fucsia que nos acompaña al fondo del local se agita con el sobresalto de un móvil.
   -Estridencias –digo-, la llamábamos Estridencias.
   -Ahora me parece una soplapollez -dice Javier-. Un cultismo impertinente.
   Oído cocina. El dueño del bar provoca un estrépito de vasos al sacar la bandeja del lavavajillas.
   -No sé en qué habrá parado –digo-. No era muy lista.
   Javier viste una camiseta negra con letras grises que rezan Procrastinate, la marca de su proyecto de venta de ropa deportiva online. Su piel me dice que ha pasado el último fin de semana en la playa. Me molesta que no me haya dicho nada. Pregunto por sus planes de vacaciones.
   -Falta mucho para agosto -responde.
   -A mí me apetece viajar a algún lugar de la costa, lejos -anuncio con un movimiento tentador de cejas. 
   -¿De verdad? ¿No vas a hacer uno de tus viajes culturales por todos los museos de Europa? –se resarce.
   Me gusta su tono burlón.
   -No creas que puedo darme todos los caprichos. Es que he reservado unos ahorros para dedicarlos al arte de no hacer nada. Tú dices que es lo mejor que existe.
   Miento, claro. En realidad siento lástima de sus pobres posibilidades, de su talento desperdiciado, de su constante improvisación. Siempre fue un buen estudiante, no es justo que dependa del mercado y de una conexión a Internet.
   Repentinamente alega cita. Nos levantamos de la mesa. Debe ser algo relacionado con sus posibles ventas. Cuando abro el bolso para pagar me encuentro en el bolsillo interior un billete imprevisto de cinco euros, y me alegro en voz alta. Le cuento que al descolgar los vaqueros del armario esta mañana una moneda salió disparada del bolsillo del pantalón.
   De niña dejaba las monedas que me regalaban la abuela o mis padres en cualquier lugar de paso: la cocinita, la caja de bombones, el cajón de la mesita de noche, el interior de un libro de cuentos... Al recuperarlas se me llenaba el corazón de alegría ante la improvisada cosecha. Nunca te faltará el dinero, vaticinaba la abuela alegremente, como si cebara -benévolamente- una premonición. Y es cierto que la vida no me va nada mal.


viernes, 3 de febrero de 2012

Los viernes conversamos

   ¿Habéis pasado alguna época en secano? ¿Atascados hasta no poder escribir?

   Supongo que para volver a la "normalidad" me recomendaréis 
a) tomar notas, captar ideas y esperar a que regrese la musa;
b) buscar estímulos en un concurso, según se comentaba por aquí hace unos días;
c) recuperar textos antiguos para hacer "chapa y pintura";
d) etc.

   Todo vale, pero creo que la autoimpuesta obligatoriedad de alimentar un blog, con todo lo que tiene de estimulante y positivo, convierte los periodos de secano en momentos casi angustiosos, ¿no?

   Me gustaría hablar de la influencia positiva y negativa que tiene el blog como medio de expresión. 

   ¿No os pesa, con el tiempo, la influencia de los comentarios, la conveniencia de alimentar relaciones, la necesidad de dar una determinada talla en lo escrito, el contagio de los caminos que van tomando los demás?

   Hoy, como complemento, tenemos un texto invitado de Gustavo Vargas Ramírez, "El Eskimal": Historias para escribir historias. Gustavo es escritor y periodista y próximamente puede dar alguna sorpresa en el mundo editorial.