Foto: David Larrosa, 10 años

domingo, 31 de julio de 2011

Martes sin micro

   Quiero pedir disculpas por no haber colgado el micro correspondiente al martes 26 de julio: lo dejé programado, pero con alguna torpeza de por medio, porque la entrada no apareció. La causa fueron unas vacaciones improvisadas (realmente improvisadas: cosa de 24 horas) a Venecia y Florencia, aunque con el goce añadido de la compañía infantil y la primera mirada. Han sido unos días estupendos, disfrutados al minuto, con ese placer tranquilo, grandioso, desordenado y acogedor que ofrece Italia. Es agradable percibir que, aunque ahora empiece a reivindicarse la vida "slow", allí se conoce desde mucho antes; los cipreses se ríen del invento anglosajón y las estatuas le dedican su sonrisa eterna. Da gusto sentirse mediterráneo.
   En fin, espero que mi desliz no empañe el título de este blog y que podamos seguir confiando en que los martes salga el micro. Muchas gracias a todos los que vinieron a buscarlo.





martes, 19 de julio de 2011

ANAGNÓRISIS


Entre la posibilidad de obtener algún premio en la lotería y la certeza de ayudar al indigente que mendiga frente a la Administración, los  transeúntes no dudan: compran un número cargado de ilusiones, rehuyen la mugre. Es otoño y no una hoja de árbol, sino de periódico, cae a los pies del pobre cuando un carro de la basura cruza apresurado. Lentamente él la recoge, como si de un guiño del destino se tratara. Quizá le sirva para compensar tanta miseria humana calentándole bajo el jersey. Ah, pero aún se acuerda de leer, recapacita, y hoy decide que se entretendrá un rato como hacía en su vida anterior, cuando tenía sofá, lámpara y un tiempo remunerado.
En la página del periódico entrevistan a un gurú de la autoayuda que sentencia en el subtítulo: El cerebro humano no distingue entre la fantasía y la realidad. Piénsate y serás los que quieras. El mendigo se acurruca en el portal abandonado que habita y se echa a pensar. ¿Puede la sugestión cambiar un destino? Se entrega al experimento. Se aísla. Concentrándose, se piensa. Es más: se piensa tanto, que inmediatamente alguien lo descubre pensar. Ese alguien lo observa (tal vez sea un médico). Lo controla (o un policía). Le interroga: ¿quién es usted? Entonces el vagabundo, con voz tan potente y segura como no recuerda haber emitido desde largo tiempo ha, replica: Soy un filósofo orbitando el centro de mi teoría.
El interlocutor lo observa boquiabierto. Queda claro que la asertividad del indigente le ha hecho mella. Se acuclilla a su lado. Todo era verdad, barrunta el pobre inundándose de júbilo para sus adentros, mientras el hombre susurra admirado: maestro, y saca de su bolsillo una foto vieja.
Por fin lo han reconocido. Siete años de mala suerte, de vacas flacas, de espejos rotos. Siete años durmiendo en las calzadas para que un periodista atento pueda hilvanar los restos de su peripecia y ofrecerle una entrevista en exclusiva, una biografía superventas, quizá una gira que recogerá un documental, la asistencia al premio a los derechos humanos (por el documental), la participación como tertuliano en  programas de entretenimiento y, finalmente, su consagración como personaje público acuñador de frases populares, como piénsate y serás lo que quieras.
Es entonces cuando el tintineo de una moneda le desvela. Hoy, por primera vez,  en su taza de metal hay un euro y la Administración de lotería está desierta.

                      Dedicado a José Ángel Cilleruelo con cariño y gratitud.

martes, 12 de julio de 2011

REINVENTARSE PARA SUPERAR LA CRISIS

   


    Soy una experta lanzadora de objetos a la calle. Empecé cuando era pequeña, apuntando con furtivos escupitajos al primer calvo que pasaba. Seguí en la adolescencia, cuando un iluminado creó los globos de agua (vivir en un séptimo piso era fundamental para camuflar posibles responsabilidades). Luego tuve un crío que lloraba a moco tendido a la hora de ir a la escuela, así que, desde casa, apuntaba bien para no dar en la cabeza ni a niño ni a padre y dejaba caer un par de Sugus que resolvían el problema.
    No hay que ser muy listo para reconocer que, en estos momentos de caída libre de la economía, uno debe sacar partido de sus dotes y acudir a la teoría de Newton: la expansión multiplica la resistencia. Yo lo demostraré. Lanzaré la hoja de este curriculum (que planeará dócilmente hasta el suelo) y luego saltaré yo, desde mi quinto piso actual, bien extendidas las extremidades y equipadas con las alas de murciélago que recuperé del paraguas viejo.
    Esto dejará bien claro lo que ofrezco. A partir de ahí, quien no me contrate es un pobre imbécil.

                    Dedicado a Alberto Corujo, con un abrazo anónimo.




martes, 5 de julio de 2011

DESVARÍO EN COLORES

   

    Cómo me gustaría ser Judy Garland. Así podría andar a saltitos, con falda de peto y colas al viento: boca grande y roja para cantar a pleno pulmón, ojos estrábicos para desorientar al destino. ¿Seguiría el camino amarillo de Oz?  Ah no, mis zapatitos rojos no: los míos se iban derechos a la vitrina de un museo, a relucir su historia entre suspiros de octogenarios. Pero da igual, no nos desorientemos: hoy es hoy y es aquí. Y me gustaría ser Judy Garland para andar a saltitos y hacer que todos me vieran como una buena chica, niña amable y treintañera de perpetua infancia. Niña incapaz de vaciar el cargador sobre la iniquidad de su jefe en el mismo descampado donde hemos parado el auto para cambiar sexo por ascenso.
    Igual, no nos desorientemos, ahí afuera hay un camino amarillo.