Foto: David Larrosa, 10 años

martes, 26 de abril de 2011

EL CAMINO

    El carro de La Tortosina paseaba por las calles de Caracas exhibiendo una fenomenal botella de vino. No podía pasar desapercibido. Fernando, el cochero, vestía con orgullo traje, gorra y corbata que le había proporcionado el amo Tomás, y era el encargado de regañar al pobre Joselito, que lo acompañaba, sin prestarle ni por un segundo las riendas. Esa mañana no tenían mucho más que hacer que exhibir la botella gigante con el anuncio de la casa; la víspera, un jugador empedernido había hecho saltar la banca. El dueño estaba arruinado. La mujer del amo, embarazada de su cuarto hijo, tomaría un barco con los tres mayores al cabo de unas semanas y regresaría apresuradamente a España a enfrentar una vida de pobre. "Te vas en tercera porque no hay cuarta." El espejismo de las Américas les había durado poco; y sin embargo, Fernando y Joselito salían a la calle a pasear el coche de La Tortosina como si aquel fuera un día más.
    Tal vez lo fuera para ellos.





Dedicado a mi padre en el quinto aniversario de su muerte.